Pingyao

21 Agosto 2010

Al cambiar de ciudad el tiempo no mejora, en Pingyao llueve también. La estación esta fuera de la ciudad amurallada, cerca de la puerta oeste. Empezamos a caminar pero una moto-carro nos ofrece llevarnos gratis a uno de los youth hostel que recomienda la lonely y aceptamos. Al llegar dejamos el equipaje y como todavia no tienen habitaciones vacias salimos a dar una vuelta.

Es muy pronto y la pequeña localidad está tranquila, tan solo los lugareños transitan las calles mojadas por la lluvia.

Esta pequeña ciudad concentra un montón de antiguas residencias, templos y diversos monumentos que se pueden visitar con una entrada única válida para dos días. Nosostros decidimos sacarla sobretodo porque es la única opción para subir a la muralla.

Pasamos el día callejeando y visitando muchos de los puntos señalados en el mapa.

Los patios de las casas tradicionales chinas son especialmente bonitos y aqui en Pingyao se conservan muchos de ellos.

Para comer hay muchas casas de comidas donde degustar las especialidades de la zona y algunas son muy baratas. Trás muchos dias sin probar la patata por fín aquí encontramos platos con este ingrediente tan fundamental para nosotros. Fué uno de los sitios donde mejor comimos.

La lluvia nos acompaña todo el día y aunque ya estamos hartos del mal tiempo nos viene bien descansar unos dias del agobiante calor y tener incluso hasta fresco.

La mejor forma de ver Pingyao es perderte por su ordenado entramado de calles. Las cuatro principales son el foco del turismo concentrando restaurantes, alojamientos y tiendas. Pero el resto se mantienen ajenas al ajetreo y conservan la tranquila vida tradicional.

Para terminar el día una hora de masaje de pies es una gloria que en Pingyao cuesta poco más de 3€. Buaah!!!...

Por la noche los farolillos rojos de todas las fachadas decoran oscuras las calles.


22 Agosto 2010

Que alegria levantarnos y ver que ha salido el sol. Aprovechamos para subir a la muralla que rodea la antigua Pingyao.

La mayoria de la gente no pasa de las puertas de acceso, después andamos solos encontrándonos con las simpáticas esculturas que decoran la fortaleza.

Desde arriba se divisa el mapa de tejados, patios y calles que forman el caparazón de la llamada ciudad tortuga.

Al bajar volvemos a sumergirnos en la atmósfera de la ciudad, recorriendo de nuevo sus calles y vigilando la sencilla vida cotidiana de su gente.

Aprovechamos bien la mañana, sin embargo la tarde y parte de la noche se nos va desplazándonos a Beijing. Nuestra idea era ir de Pingyao a Datong para ver las Cuevas de Yungang y de ahí a Beijing, pero no quedan plazas en los trenes que habíamos elegido y nos toca coger lo que hay.

Aunque el tren sale a la 13.16h apuramos para comer en un pequeño restaurante que nos encantó. No tardamos más de 15 min. andando en llegar a la estación de trenes desde el centro de la ciudad.

Esta vez probamos la litera blanda, que no hace mucho honor a su nombre porque la diferencia con las duras no es precisamente su comodidad. Estos compartimentos tienen aire acondicionado y hay más intimidad al ser un espacio cerrado para cuatro. La elección depende mucho del tren, ya que en este las literas duras también tenían aire acondicionado así que no valía tanto la pena pagar la diferencia.

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