Marruecos

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Tras muchos intentos por planificar un viaje a Marruecos por fin llega nuestra oportunidad y conseguimos escaparnos una semana a este país tan cercano y a la vez tan lejano a nuestra cultura.

Tenemos gran ilusión por conocer el desierto y entorno a ello organizamos los días.
Por cuestión de precio cogemos los vuelos de Ryanair con ida a Fes y vuelta desde Marrakech, esta bién porque así conocemos las dos ciudades y nos evitamos el regreso a una de ellas.

Fez

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Fez es la tercera ciudad de Marruecos y, a pesar de no ser tan turística como la famosa Marrakech, conserva la medina más antigua y auténtica del país.

A nuestra llegada nos recibe un amigo de allí que con los brazos abiertos nos acoge en su casa. El ajetreado tráfico, las calles polvorientas, el calor del té y agradables conversaciones nos dan la bienvenida al país.

A la mañana siguiente madrugamos y cargamos fuerzas en una típica lecheria donde probamos las delicias que conforman el desayuno marroquí. (Laiterie El Atlas, 112 BD. Al Hoceima)

La ciudad esta contituida en tres, Fes el-Bali (la medina antigua), Fes el-Jdid (Palacio Real y barrio judío) y la Ville Nouvelle (parte moderna). Nosotros tan solo tenemos un día y lo dedicamos a recorrer las laberínticas calles de Fes el-Bali.

La puerta azul, Bab Boujloude, es el inicio de miles de coloridas calles llenas de espejos, perfumes, platería, babuchas, bolsos, chilabas, tambores, alfarería, cerámica, forjados, especias y todo tipo de artesanía local.





Los distintos gremios profesionales se agrupan en barrios, y asi encontramos calles ocupadas por forjadores, carpinteros, alfareros,... que, además de vender,trabajan allí mismo sus productos con técnicas ya perdidas en el mundo occidental.



Las fotografias es algo que hay que consultar antes de lanzarse a sacar retratos. Mucha gente no quiere y se enfada en cuanto ve la cámara.

La gente local hace sus compras, los turistas merodeamos sin rumbo y entre el ir y venir de gente interrumpen los burros que cargados hasta los topes llevan las pieles a las tenerias.



El trabajo de curtir y teñir la piel es algo único de ver en la ciudad de Fez.
Tras algunas casas se esconden las famosas tenerias, patios repletos de fosas de ladrillo llenas de coloridos tintes naturales. Las de Al-Chauara son las más impresionantes.




La mayoría de casas que las rodean son tiendas de marroquineria que te invitan gratuitamente a contemplar desde sus azoteas el trabajo de los hombres que con gran esfuerzo lavan, secan y tiñen la pieles.







Entre el ajetreo del zoco existen remansos de paz en las mezquitas y madrazas que esconden las murallas de la medina. Visitamos la Madraza de Bou Inania, una escuela con un gran patio central de exquisita riqueza ornamental.




Las mezquitas no se pueden visitar y hay que conformarse con admirarlas desde fuera. El laberinto de calles toma un respiro al llegar a la plaza de la bonita fuente Nejjarine, uno de los pocos espacios abiertos que encierra la medina.



Al caer el sol nos reponemos del pateo con un buen té en una de las terrazas que hay junto la puerta azul.

de Fez a Merzouga

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Para hacer la ruta hacia el desierto hay muchas opciones. Todos los hoteles y muchas agencias organizan excursiones al desierto a medida, incluyendo coche 4x4, gasolina, conductor guía y alojamientos.

Nosotros nos decantamos finalmente por alquilar un coche ya que en prinicpio salía mucho más económico. Decidimos no reservarlo por internet pensando que en Fez podríamos regatear un mejor precio.

Al llegar la sorpresa fué que no habian coches disponibles en casi ninguna agencia, tan solo nos ofrecían un Volkswagen Gol bastante hecho polvo y caro. Las agencias locales te cobran un plus si devuelves el coche en una ciudad distinta, ya que tienen que ir luego a por él.

No habia opciones donde elegir ni tiempo para cambiar el plan de viaje así que nos quedamos con aquel trasto.

Después de la experiencia recomendamos sacar el coche con una agencia internacional y si se va en fechas señaladas reservarlo con antelación.

Tras repetir desayuno en la lecheria nos ponemos rumbo al desierto con una ruta de 480km que no tiene mucha pérdida,

Fez - Ifrane - Azrou- Midelt - Er Rachidia - Erfoud - Rissani - Merzouga

Vas de una localidad a otra y al llegar encuentras indicaciones para la siguiente, los carteles están escritos en nuestro alfabeto y es todo bastante fácil. En algunos puntos de confusión preguntamos con el mapa en la mano y listo. Eso si, ayuda mucho llevar un mapa de carreteras.

Bueno, en el camino encontramos gran variedad de paisajes.

Una gran cantidad de vegetación rodea la zona de Ifrane, la que llaman la "suiza marroquí". Las casas son como las de allí, con el tejado a dos aguas y realmente parece que te has salido del Marruecos.

En Azrou unos simpáticos monos nos avisan que la zona del atlas de camino a Midelt está llena de nieve.



Conforme cogemos altura la nieve empieza a aparecer, menos mal que hace un sol fantástico.




Las carreteras son muy tranquilas y apenas encontramos más pueblos que los que marcan el camino, hacemos kilometros y kilometros en los que tan solo vemos la soledad del paisaje.



Casi llegando a Er-Rachidia recorremos las Gargantas del Ziz.





El rio Ziz discure en este tramo entre la grandeza de las montañas rocosas. Allí, junto a la afluencia de agua, empezamos a ver las primeras aldeas de adobe camufladas con el color ocre del paisaje.



A partir de este punto los pueblos son más frecuentes, y empieza a aparecer el paisaje desértico con abundantes zonas de palmeras.





La velocidad es un tema muy controlado en Marruecos. Por las carreteras solitarias marca 80-100 pero no hay controles. Donde los hay es en casi todos los pueblos, colocan señales de velocidad de 40 e incluso 20 hasta que una placa de "alto policia" te obliga a pararte hasta que el agente te de paso.

Nos pararon 3 veces en este trayecto, en dos salimos ilesos pero en otra nos pusieron una multa por ir a 56 cuando le permitido era 40. La pagamos en el momento, ale 30 euricos!

Desde Rissani a Merzouga vas encontrando indicaciones de todos los alojamientos de la zona, no hay problema para encontrarlos porque hay carteles en todos los desvios. Nosotros no llevamos nada reservado aunque sí que los hemos mirado todos por internet y tenemos intención de quedarnos en "Aubergue Le Petit Prince".

Le Petit Prince esta en el mismo Merzouga, al pie de las dunas. Es un sitio muy limpio y económmico, 300dh la habitación media pensión con baño. Al llegar no hay problemas de alojamiento y nos quedamos allí.





Dejamos las mochilas y nos vamos corriendo a subir las dunas que empiezan a excasos metros del albergue. Por fin se cumple la ilusión de ver un desierto, por fin tocamos la arena del Sahara.






Llegamos a la hora perfecta para no perdermos los colores del atardecer que vuelven las dunas todavia más naranjas e increibles.





Anochece sobre las 17.30h y la cena la sirven a las 19.30h. Una sopa berebere y un tipico tajin nos reconfortan para irnos prontito a dormir.


Erg Chebbi

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Nos levantamos dispuestos a disfrutar al máximo de las increibles dunas de Erg Chebbi.



En el albergue esta Moha, un chico que habla español y se encarga de las excursiones. Es bastante majo, dejamos su web porque organiza todo tipo de tours por la zona.

Nada más llegar ya planeamos la excursión de la haima y también nos ofrecio un recorrido en 4x4 para emplear la mañana que al final no cogimos porque se iba de precio. En su lugar Moha nos recomendó ir por nuestra cuenta a una gran duna que se ve desde el albergue.

Parece que esta cerca pero se tardan 45 minutos en alcanzar la base de la duna y otros tantos para subir.




Cuando por fin alcanzamos la cima podemos ver gran parte de la extensión de arena, Merzouga y el resto de tierra desertica.





La sensaciones que se viven allí son indescriptibles. El desierto tiene un halo de energía especial que te hace sentirte libre. El bajar corriendo con los pies descalzos rodeados de un paisaje que parece de otro planeta, es algo que no se puede olvidar.




Tras volver nos da el tiempo justo para comer y dar una vuelta por el pequeño pueblo.





A las 16h nos esperan los camellos para empezar el paseo hacia la haima. La mejor hora para salir es esta porque así va cayendo el sol por el camino, pero ellos no tienen problema en llevarte a cualquier hora si llegas más tarde, unos chicos que conocimos fueron denoche y nos contaban la experiencia de ir completamente a oscuras.





El paseo no es nada comodo y al bajar piensas que te has dejado el culo en el asiento, pero el paisaje hace que valga la pena. La luz cambia los colores de la arena conforme va atardeciendo.





Al llegar al campamento nos reciben un grupo de chicos jovenes. Hay tres haimas para dormir y otras dos que son el comedor (y donde duermen ellos) y la cocina.





La excursión que ofrece Le Petit Prince es la más barata que encontramos, 150dh/pers, incluyendo el dromedario, la haima con cena y desayuno. Realmente es un campamento muy sencillo comparado con otro que hay cerca y en eso difiere el precio.
A nosotros nos gustó porque era como más auténtico, no parecia tan turistada, era como estar con un grupo de amigos cantando y bebiendo té alrededor de una hoguera.



A cambio pasamos un frio terrible, ni las chaquetas ni las tres mantas que teniamos fueron suficientes para entrar en calor. Gracias a no pegar ojo no necesitamos despertador para ver que empezaba a amanecer y subimos a la duna más cercana para ver un nuevo espectáculo de luces.

El sol aparece como un foco perfectamente definido creando una luz intensa e irreal.





De vuelta a la haima, recogemos lo poco que llevamos para volver de nuevo al traqueteo de los camellos.





Aqui acaba nuestra bonita turistada que realmente vale muchisimo la pena.