Paris



¿Quien no ha estado alguna vez en París? Nosotros visitamos estas navidades la capital francesa por primera vez.

Muchas son las expectativas generadas sobre la ciudad de la luz y el amor, considerada por mucha gente la ciudad más bella del mundo.

A diferencia de la mayoría de ciudades europeas Paris no tiene un "centro". A cada paso te sorprendes con monumentales plazas válidas para ser el corazón de cualquier casco antiguo.

Lo más curioso de Paris es la presencia de dos islas en lo que podría denominarse el corazón de la ciudad. Este es el emplazamiento privilegiado de la bella Notre-Dame, que situada junto Sena se alza más pequeña de lo que habíamos imaginado.





La entrada es gratuita y vale la pena porque sus vidrieras poco tienen que envidiar a las de la Ste.Chapelle.



La famosa capilla impresiona más porque sus altas vidrieras se concentran en menos espacio consiguiendo un efecto sobrecogedor. Lástima que encotramos algunas tapadas para su restauración.





París es una de las ciudades de la cultura por excelencia. Andar por sus calles es andar por siglos de literatura, pintura, arquitectura y también de arte, las conservadas bocas de metro estilo Art Noveau de Hector Guimard han hecho del "metropolitain" un emblema de la ciudad.





De todos los barrios, Montmartre destaca por su carácter propio, bohemio y romántico, cuna de impresionismo.

La blanca basílica del Sagrado Corazón vigila la ciudad desde lo alto de la colina, la subida por las escaleras es fácil y aunque hay un funicular no vale la pena.





La cercana "Place du Tertre" es el centro artístico donde pintores callejeros y retratistas exponen sus obras con la cúpula de la basílica como telón de fondo.





Tanto la plaza como sus calles adyacentes están llenas de tiendas de recuerdos y restaurantes tradicionales. Los olores de los deliciosos creppes invitan a hacer una parada. Nosotros decidimos comer una "formule" en "Le Poulbot", nº3 de la calle del mismo nombre.

Las "formules", son menus de dos platos y postre que no salen nada caros 10-15€. Para beber puedes pedir tranquilamente agua del grifo porque aquí es muy normal.

"Le poulbot" es un diminuto retaurante donde la decoración y la música crean un acogedor ambiente francés. La comida tradicional no es nada especial, pero nos sentimos muy agusto comiendo allí.



El encanto del sitio se pierde entre la innumerable cantidad de turistas. Hace falta salirse por las callejuelas para encontrar la magia del lugar.



Al llegar al archiconocido "Moulin Rouge" vemos la otra cara del barrio. La zona del cancán francés, llena de sex-shops y pubs, muestra un ambiente de decadencia.



No muy lejos de esta zona, la braserie "Chartier" (7 Rue du Fubourg Montmartre) es toda una institución que recomendamos visitar. Un local con historia, donde los camareros con uniforme tradicional apuntan la cuenta en el mantel de la mesa donde directamente te sacan la cuenta. A pesar de su fama tiene platos sencillos y la mayoría muy económicos.

Entre todos los monumentos el gran icono de la ciudad es sin duda la famosa Torre Eiffel, que con la neblina de los dias apenas la podemos ver entera.







Al caer la noche la ciudad se ilumina realzando su monumentalidad.







Pasamos la últimas horas del año deambulando entre la multitud que se concentra en la Torre Eiffel y los Campos eliseos. Aquí no se toman uvas y tampoco hay ningún reloj que te haga saber la entrada del nuevo año. Simpemente la torre se apaga lentamente para encenderse de nuevo y entonces es cuando la gente empieza a descorchar botellas de champan y a gritar "bonne année"!!!!





Nos alojamos en el hotel "Port Royal" , junto a la parada de metro "Les Globelins". Dispone de habitaciones con y sin baño privado, está todo muy limpio y bien cuidado. Genial de precio (52,5€/noche).





Junto al hotel en la calle Mouffetard hay una gran variedad de sitios para comer.
Los creppes son una rica y barata opción para cenar. En Aup´tit Grec (nº76) la cola que hay siempre hace honor a lo enormes y lo ricos que estan.



La Creperia Oroyona (nº36) también es muy recomendable, además hablan español y tienen mesas para comer allí.

En Au Petit Bistrot (nº89) la formule para comer es muy barata y el lugar tiene cierto encanto.

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