
La amabilidad y simpatía de los lugareños, la mayoria de los casos condicionada a que les compres algo o a cambio de una propina.




La fiesta de chilabas, tipica de todos los cruceros. Donde la tarde previa rodearon la motonave varias barcas desde donde nos lanzaban chilabas y complementos, de las cuales muchas de ellas caian al agua.


Las simpaticas figuras con toallas que nos dejaban al arreglarnos la habitación o los muñecos con nuestra ropa que nos sorprendian al abrir la puerta.

La sensación de bienestar en la cubierta de la motonave, donde después de cada jornada subiamos todos a deleitarnos con los colores del atardecer.


Un sin fín de sensaciones e imagenes grabadas en la retina que seguramente nos harán volver a este pais donde nos dejamos un trozito de corazón.
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